Fotocrónicas (X)
El río Jubera nace en la vertiente Noreste de la Atalaya, pierde altura rápidamente hacia La Monjía, en donde tuerce al Este, para pasar a los pies de Ribalmaguillo y, un buen trecho más abajo, llega a Oliván. Aquí, a la par que sus aguas se tranquilizan, el río modifica de nuevo su curso para tomar definitivamente dirección Norte.
El alto Jubera es un tortuoso territorio de barranqueras sin cuento, que ha sido tenazmente repoblado de pinos, lo cual ha modificado de forma notable su fisonomía. El río llega anchuroso y apacible a las puertas de Robres del Castillo. Pero como si pretendiera cometer una última travesura infantil, excava esta amplia poza para precipitarse en ella con escándalo. El lugar es muy sugestivo, un abrazo rocoso pulido a conciencia por el incansable transcurrir del tiempo y de las aguas.
A tiro de piedra aguarda Robres del Castillo, y luego Jubera pueblo, y más tarde Ventas Blancas y, al fin, Murillo, en donde desagua en el Leza. Pero, esa es ya otra historia.
Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla