Fotocrónicas (CLVIII)
Incluso antes de que la primavera comience de forma oficial, la Naturaleza siente el temblor de la nueva estación, sin duda la más alborotada y veleidosa del calendario. Y ese pálpito, que ha permanecido adormecido durante el tiempo de invierno, sale de su letargo y hace rebullir a todos los seres vivientes.
Este prodigio, que se renueva cada año, provoca un estallido de vida incontenible. En el mundo vegetal, desde la hierba más tímida hasta el árbol más longevo, sienten el flujo avasallador de la savia por sus venas hinchando los brotes hasta reventar en flores y hojas que engalanan los campos de nuestra geografía riojana.
En la imagen de hoy, el río Ebro, crecido a causa de los deshielos primaverales, sestea dando tumbos por los meandros cercanos a Briones. En las riberas, como una pomposa bufanda multicolor, los chopos, álamos, sauces, alisos, olmos y fresnos van tiñendo sus ramas con suaves tonalidades verdes, ocres, tejas y amarillas que anuncian la primavera.