«Hornillos de Cameros»

Fotocrónica (XI)

         En las faldas de la Atalaya, a 1200 metros de altitud, esta vieja población esparce sus casas al sol de mediodía, cubierta por las nieves de Enero. Ya a mediados del siglo XIII, llevaba tiempo luchando en este medio tan duro que ponía la vida al límite. Fue por entonces cuando pasó a pertenecer, junto a otras dos poblaciones, La Santa y Torremuña, al monasterio de monjas bernardas de Herce.

         El dominio tiránico se alargó durante seis siglos y condicionó por completo la forma de vida en estos pueblos. La economía estaba basada en un “monocultivo» ganadero derivado de la oveja merina. La cabaña ovina llegó a ser enorme y permitió cierta pujanza económica y social. Todo aquello se hundió con la Revolución Industrial y sus nuevas formas de produción.

         Ahora, los amplios pastizales dan alimento a rebaños de vacas y yeguas. El territorio, muy deforestado, acoge una hermosa dehesa de hayas. Llegar hasta aquí arriba, pasando por Velilla y Valdeosera, es una impagable experiencia que merece la pena descubrir.

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla