Fotocrónicas (LV)
Sirva esta imagen para tomar conciencia de la fuerza infinita de la naturaleza… cuando se la deja fluir a su antojo, sin alterar la esencia de su ser. En este tiempo de confinamiento, esa realidad se muestra de forma más palpable, la ausencia de presión del hombre sobre el medio permite literalmente una explosión de la vegetación. Arbustos y árboles sufren un estado de total enajenación, acrecentado por la proximidad del río y por las temperaturas más cálidas de lo que debiera ser propio.
La fotografía recoge un tramo del Padre Ebro, cerca de Logroño. Amén de lo dicho, el declive progresivo del campesino provoca que amplias zonas de ricas riberas se estén asilvestrando con una maraña de vegetación de todo tipo y condición.
A la Naturaleza, con mayúscula, le sobra la humanidad para convertir la Tierra en una selva en un espacio breve de tiempo. Somos inquilinos, no propietarios de este hermoso planeta. No lo olvidemos.
Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla