Fotocrónicas (CXXXIX))
Desde la Muela de Urbión, a 2.229 metros, el mundo parece estar al alcance de la mano del montañero que se ha atrevido a llegar a la cumbre más alpina de las sierras riojanas. La majestuosidad del paisaje abruma, literalmente, y el pulso se altera tanto por el esfuerzo realizado como por la emoción de sentirse un privilegiado.
Las vías para ascender a esta hermosa montaña son múltiples: desde la Laguna Negra, o bien subiendo por el Revinuesa, o partiendo desde el Puerto de Santa Inés, o remontando el río Urbión desde las Viniegras, o en una travesía más larga desde el Puerto de El Collado, en la parte de Neila, o desde Duruelo, o desde Covaleda… Un abanico variado y muy sugestivo para, al fin, alcanzar el premio de coronar el punto álgido de la sierra de Urbión.
En su vertiente norte, cuatro valles largos y bravíos se desprenden del cordal cimero para descender en dirección Norte, hacia tierras riojanas. El Río Frío baja del Muñalba, pasa por Neila y entrega sus aguas al pantano de Mansilla, en Villavelayo. El Portilla nace en el Tres Provincias y termina muriendo también en el embalse de Mansilla. El Urbión surge a los pies del pico que le da nombre y desagua en el Najerilla, en la Venta de Goyo. Y, por fin, el más oriental, el Hormazal, ve la luz en Hoyo Oscuro, pasa por Viniegra de Arriba y regala sus aguas al río Urbión en Trambosríos.
El montañero, que acaba de alcanzar la Muela de Urbión, se maravilla ante la belleza de la laguna de Urbión, medio helada aún en el mes de Mayo, acurrucada en el regazo del Peñas Claras. Delicias de la Rioja más alpina…