Fotocrónicas (CLXXI)
Pese a la corriente negacionista, que tantos adeptos conserva en algunos países, parece claro que la intervención del hombre en el medio está alterando de manera crítica el comportamiento de la naturaleza.
Las evidencias, para quien quiera creer, son muchas y palmarias y continuamente se ponen de manifiesto. Incremento de la temperatura media, subida del nivel del mar, aumento de la frecuencia de los desastres naturales, cambio en los ecosistemas, extinción de especies vegetales y animales, sequías más acusadas y reiteradas, daños en la agricultura, en la ganadería y en espacios forestales, impactos sobre la salud humana…
En España, junto a los incendios forestales (cada vez más reiterados, cada vez de condición más devastadora), la deriva ecológica se nos hace muy evidente en el nivel paupérrimo de nuestros embalses.
El río Guadiana Menor nace en la Sierra de Baza, recorre durante 182 kilómetros tierras de Granada y de Jaén antes de desaguar en el Guadalquivir. En la zona Nororiental de Granada, sus aguas se recogen en el embalse de Negratín (inaugurado en 1984) y que es el cuarto embalse de Andalucía en cuanto a capacidad. A comienzos de otoño, el estiaje y la deriva climática sacan a luz las hermosas orillas que ocultaban sus aguas.