Fotocrónicas (XIX)
La primavera hace días que ha venido… Y nadie sabe cómo ha sido. Y menos este año en que nos vemos confinados en casa, limitados a un espacio urbanita, ajenos al prodigio que todos los años se repite: el renacer de la naturaleza.
En estas tierras que nos rodean, los cereales ya nacidos desde hace unas semanas, toman vigor y comienzan a mecerse como una marea verde al son de la brisa. Es un verde tierno y luminoso, casi fosforescente, que se incendia con las luces rasantes de la mañana y de la tarde.
Entonces, como ocurre en la escena de hoy, las leves ondulaciones del terreno, los árboles y arbustos, la roturación de los campos, tejen un delicioso mantel de luces, texturas, brillos y colores que fascinan al andariego que, sorprendido por tanta hermosura, hace un alto para contemplar este prodigio.
Y saca su cámara y se encomienda a los dioses para que se apiaden y le permitan plasmar, siquiera someramente, este magnífico paisaje. Espero que os guste.