Fotocrónicas (CXXXIII)
Se nos marcha otro invierno sin pena ni gloria en lo que se refiere a precipitaciones de nieve. A fuerza de repetir, como un mantra, la letanía del calentamiento global, vamos asumiendo con lacerante resignación que esto es así, que no tiene vuelta de hoja.
Pese a ello, el buen montañero sigue disfrutando con cándida emoción y sentido agradecimiento con lo que la Naturaleza, cual si fuera un hábil y exuberante prestidigitador, sigue sacándose de su inacabable chistera.
Y cuando en la bendita tierra riojana, el hecho de contemplar nieve en sus montañas resulta un ejercicio de fe imposible, hace una escapadita a Pirineos para disfrutar con sus ropajes de invierno, con su privilegiada orografía, con sus formas, texturas y colores que tanto incitan al andariego.
La imagen de hoy está tomada a finales de Febrero, en la zona de Larra – Belagoa, en el límite entre Navarra, Huesca y Francia. Mirando hacia el Oeste podemos contemplar las moles poderosas del Lákora y Lakartxela, que yerguen sus laderas meridionales colgadas sobre el paradisíaco circo que forma el Rincón de Belagoa. Nieves postreras de un invierno cicatero.