Fotocrónicas (XVII)
Soto es el arquetipo perfecto de pueblo camerano. Por su abrupta orografía, su peculiar arquitectura, su antiguo esplendor ganadero y textil y su brutal decadencia tras la caída de la economía basada en la oveja merina.
A finales del siglo XVIII, había en Soto 70 fábricas de tejidos. Cuando se creó la provincia de Logroño, en 1833, Soto junto a su aldea Treguajantes, rondaba los tres mil habitantes. A mediados del siglo XIX, iban a la escuela del pueblo unos 250 niños.
Con el hundimiento del comercio de la lana, los vecinos se vieron obligados a abancalar un terreno inapropiado para la agricultura. Esta economía de subsistencia no fue suficiente y muchos optaron por emigrar.
En la actualidad, Soto tiene tres aldeas: Treguajantes, Trevijano y Luezas. Su antigua riqueza aún subsiste en las calles, plazas, fuentes, puentes, ermitas, nevera, iglesia… Y las hermosas casas, que se ciñen a las quebraduras del terreno con sus altas fachadas blancas y artesonados de madera. Un prodigio.