“Un mundo de cobre desde el Mulhacén”

Fotocrónicas (CLXVIII)

El Mulhacén se eleva 3.480 metros sobre el mar y ello le supone ser la cumbre más alta de la península ibérica (la segunda de España tras el Teide). Desde allí arriba, la visión parece no tener límites. Incluso el Mediterráneo, y en días diáfanos la costa africana, rinden pleitesía a este coloso.  

Ascender hasta su cima constituye una experiencia magnífica que bien merece la pena intentar. Las alternativas son variadas, pero me permito sugerir la que parte desde Capileira (1.436 m.) en minibús siguiendo una pista de tierra que llega hasta el Alto del Chorrillo (2.690 m.). Desde ahí, aún restan 790 metros, pero el camino a seguir es tendido y evidente. 

En la imagen, tomada desde la cumbre del Mulhacén, contemplamos la segunda mayor altitud de Sierra Nevada: el Veleta (3.396 m.), conocido popularmente como el Picacho. Entre ambos colosos, rodeada de un paisaje de tonos cobrizos, se divisan las aguas verdes de la laguna de la Caldera.

Mulay Hasán fue el penúltimo rey que tuvo Granada, allá por el siglo XIV. Cuenta la leyenda que quiso ser enterrado en la cumbre y así quedó determinado para siempre el nombre de esta montaña. Quizás Mulay, Sultán de las alturas, suspira desde entonces los versos del poeta, que dicen así: «El cielo está tan cerca, que bañarse en su reflejo ya no es utopía».  

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla