Fotocrónicas (222)
El andariego esperaba mucho de este viaje hasta Las Médulas, pero no creía que tanto. Y puede prometer y promete que uno de los dedos de una de sus manos, la que dedica a los mejores destinos, lo pasa a ocupar este territorio de 3.158 hectáreas, cerca de los Montes Aquilianos, al Suroeste del Bierzo, en León.
Estamos ante la explotación minera a cielo abierto más grande del imperio romano. Una inmensa mina de oro que se trabajó mediante el método Ruina Montium, que consistía en abrir galerías verticales y horizontales para introducir en ellas un gran caudal de agua. El peso del agua y la presión del aire hacía colapsar la montaña, que se resquebrajaba ladera abajo. Luego, por gravedad, todo ese material de rocas y de arcillas se conducía a los canales de lavado y de filtrado, en donde se separaban piedras y tierra de los restos de oro. Resultó necesaria una mano de obra ingente para abrir las galerías, un gran volumen de agua y decenas de kilómetros de canalizaciones. En el siglo II, la mina se abandonó por agotamiento de las vetas de oro.
Desde el mirador de Orellán, el andariego no da crédito a sus ojos. Y se le eriza el vello al contemplar este paisaje irreal, que parece hervir entre espasmos cromáticos de las arcillas, de los castaños, de los robles y de los cerezos.
Alrededor, un paisaje calcinado tras un mes de Agosto terrible que arrasó miles de hectáreas de valiosos montes del Bierzo, pero que, milagrosamente, respetó este reducto impagable. Las Médulas entre el agua y el fuego.
Texto y fotografía: Jesús M Escarza Somovilla
