Fotocrónicas (212)
Quienes no hemos conocido el pueblo viejo de Riaño, su valle y el resto de poblaciones afectadas, no podemos imaginar el calvario de aquellos años ochenta del siglo XX en que, tras décadas de desazones, lucha y enfrentamientos, las casas de 9 pueblos fueron cruelmente demolidas para proceder al cierre de la presa y así embalsar las aguas del Esla. Esto ocurrió el 31 de Diciembre de 1987. Vecinos de Anciles, Escaro, Hueldes, La Puerta, Salio, Vegacerneja, Pedrosa de Rey, Burón y Riaño tuvieron que dejar atrás casas y tierras y una forma de vida modelada durante muchas generaciones.
No es fácil comprender que no hubiera una alternativa más humana. Y no es posible sentir el extremo sufrimiento de aquellas gentes a las que se les arrebató buena parte de lo que poseían, obligados a vivir desde entonces como extraños en el Nuevo Riaño o, peor todavía, a huir a tierras lejanas y ajenas. Para quienes nos sentimos en deuda con esa España rural que agoniza, historias como la de Riaño es una llaga que no termina de curar.
Desde Riaño, el paisaje de montañas es excepcional, de una belleza nórdica que quita el aliento. Singularmente hermoso resulta el skyline que se recorta entre el Gilbo y el Yordas, una línea quebrada y aguda como fauces de lobo.
Texto y fotografía: Jesús MªEscarza Somovilla