(Puente la Hiedra – Cerro Urbaña – Ventrosa – Brieva)
- Longitud: 17 km.
- Desnivel acumulado en ascenso: 1465 m.
- Desnivel acumulado en descenso: 1329 m.
- Grado de dificultad: medio – alto.
- Guías: Mikel Solano y Jesús Mª Escarza.
- Hora de salida: 7:30 desde la estación de autobús
Puente la Hiedra (km. 0 / 800 m.)
Desde este viejo puente que permite salvar el río Najerilla, tomamos el antiguo camino de Ventrosa. De manera insospechada, se abre paso entre una naturaleza agreste y compleja. La acusada inclinación de las laderas, las pizarras y una profusa vegetación no fueron problemas para los antiguos moradores de estas tierras, que diseñaron una vía modélica para transitar por estos pagos. Encinas, robles y retamas son las especies vegetales dominantes del lugar. Sin apenas esfuerzo nos presentamos en las palomeras.
Palomeras (km. 2,5 / 1075 m.)
Están ubicadas en un contrafuerte que desciende desde el Urbaña hasta el Najerilla. Así pues, abandonamos el camino de Ventrosa para tomar una leve senda que aprovecha este contrafuerte y comienza a trepar con notable desnivel siguiendo la hilera de palomeras.
Pista (km. 3,2 / 1320 m.)
La pista une Ventrosa con los repetidores que hay en una antecima de esta montaña. A partir de este punto, el desnivel se alivia sobremanera. Cortamos varias veces dicha pista, que traza largos zigzags, y seguimos nuestra ascensión aprovechando el mismo contrafuerte que nos trae desde la primera palomera. El terreno ahora es abierto, y los pastos cubren el suelo.
Repetidores (km. 6,2 / 1570 m.)
Al pronto, parece que hayamos llegado a la cumbre, pero no. Aún queda un buen trecho que, no obstante, no ofrece ninguna dificultad.
Cerro Urbaña (km. 7,1 / 1675 m.)
Con sus 1675 metros, esta montaña es una magnífica atalaya del entorno, de las paredes meridionales de la Demanda y también de buena parte de las cumbres de las Viniegras. Y más lejos, de las sierra de Neila, Urbión y Cebollera. Una naturaleza tan altiva como tortuosa.
Desde el refugio forestal, nos vencemos hacia el Sur para asomarnos a Ventrosa, que se divisa allá abajo, en el fondo de su valle. El camino enseguida se introduce en una zona adehesada con espléndidos robles, reliquias de un pasado reciente en que estos espacios eran profusamente ocupados por una ingente cabaña ganadera. Al acercarnos al pueblo, los antiguos bancales de cultivos, hoy abandonados, ponen un punto de incertidumbre de cómo seguirOL. Pero sin grandes problemas, entramos en Ventrosa.
Ventrosa de la Sierra (km. 10.5 / 970 m.)
Hermoso pueblo que aún conserva en su interior buenos ejemplos de la arquitectura serrana. Desde este lugar, tomamos el sendero balizado G.R. 190 que sale del pueblo en dirección Este, se introduce en una pequeña garganta rocosa y alcanza el Collado del Palo.
Collado del Palo (km. 13,7 / 1290 m.)
No es un palo sino una contundente piedra clavada en el suelo a modo de mojón, a buen seguro vestigio de la tradición pastoril que ha tenido desde tiempos inmemoriales la comarca de las Viniegras. Terreno de pastos, de extensas majadas, de barrancos profundos, de poderosas cumbres que dieron de comer durante siglos a infinitos rebaños de merinas.
Descendemos siguiendo el viejo camino a Brieva, que atraviesa una zona de roca viva, un tramo pedregoso y un manchón de encinar, antes de salir a terreno abierto, a un amable vallecillo que nos conduce a Brieva, entrando por su barrio de Barruso, junto a la vieja iglesia de Santa María. Brieva tiene un aspecto espléndido, con casonas hidalgas, calles y plazas de meritoria factura y un río que vale un Potosí, de aguas frías y abundantes que surgen unos metros más arriba y cuyo nacedero bien vale una visita.
Brieva de Cameros (km. 17 / 965 m.)