“Días de vino y color”

Fotocrónicas (CXCV)

Terminada la vendimia, las viñas pierden rápidamente su color verde intenso y acerado que define el aspecto de las hojas durante buena parte del año. Es como si dentro de las cepas se hubiera tocado a arrebato para vestirse con las mejores galas para la fiesta del color. Dependiendo del tipo de vid, las hojas mostrarán una tonalidad otoñal u otra: las variedades de uva blanca darán tonos ocres y amarillos, mientras que las variedades de uva negra otorgarán a sus hojas los colores rojizos y cárdenos.

  En las tierras del piedemonte que bajan desde la Sierra de Cantabria hacia el Ebro, se asientan muchos pueblos hermosos que viven casi por completo del monocultivo de la vid. Unos son riojanos (la Sonsierra), otros alaveses (la Rioja alavesa). Precisamente en uno de éstos últimos está tomada la imagen de hoy, que recoge una viña en plena explosión de color, con su típico guardaviñas, en el término de Páganos. 

 Recorrer en otoño las tierras de aluvión que definen el curso del Ebro, supone un delirio cromático de primer orden. Un éxtasis emocional que hace sentir el privilegio por haber nacido y vivir en este entorno natural que regala en tan poco espacio tanto encanto. Una tierra pródiga que, en la transición entre los meses de Octubre y Noviembre, ofrece su momento culminante de belleza para caminar sus campos de labor.

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla