Fotocrónicas (CIV)
Si el andariego toma el viejo camino que, desde Soto en Cameros, enfila a Zenzano suspendido sobre el increíble Cañón del Leza, llegará a un punto en que contemplará en dirección Norte esta fascinante imagen del Castillo de Clavijo colgado en su risco, cual nido de águilas.
Y si deja volar la imaginación, quizás consiga oír en la lejanía el ruido metálico de cimitarras y de espadas, los enloquecidos relinchos de los caballos, los vehementes gritos belicosos de moros y cristianos, sus alaridos de dolor… Quizás le llegue también el olor acre de las bestias y de los guerreros, al aroma dulce y cálido de la sangre derramada… Y hasta sienta en sus carnes el pavor de la muerte enajenada.
Pero, ¿hubo alguna vez una batalla en Clavijo? ¿Qué ocurrió aquella jornada del 23 de Mayo del año 844 en estas tierras fronterizas? Muchos eruditos en la materia opinan que dicha batalla es una leyenda forjada para enaltecer la lucha de los ejércitos cristianos frente a las huestes musulmanas, recurriendo incluso a la intervención proverbial del Apóstol Santiago, espada en mano, sobre brioso corcel blanco. Sea como fuere, lo cierto es que el lugar guarda una aureola épica innegable.
La imagen aprovecha la luz rasante matinal, que entra desde el Este en escena para iluminar el castillo y el gris áspero de sus peñas en invierno. Satura el telón de fondo de la Sierra Cantabria y provoca un duro contraste con el perfil abismal del Cañón de Leza. Todo está listo para la batalla…