“Invierno en la dehesa”

Fotocrónicas (CLVI)

 Las dehesas de Cameros fueron un maravilloso “invento» de nuestros antepasados, que permitieron preservar, aunque fuera de manera pírrica, la tremenda deforestación a la que se abocó esta comarca riojana a causa de la economía basada, de manera casi exclusiva, en la ganadería lanar.  

Pero, afortunadamente, estos ricos espacios sobrevivieron a aquellos tiempos de aniquilación forestal y han llegado a nuestros días para asombro y gozo de las actuales generaciones. Cierto es, que el peligro que amenaza estos espacios no ha desaparecido sino que ha cambiado de ropajes. Parece un sarcasmo, pero de la ancestral sobreexplotación del medio se ha pasado desde hace décadas a un abandono casi total de la sierra y ello ha provocado un deterioro importante de las dehesas, sobre todo a causa del asedio voraz de la vegetación invasora y a la falta de atención de los árboles.

De entre las dehesas del Camero Viejo, a mi juicio, la más hermosa es ésta que aparece en la imagen de hoy: la de Torremuña. Quizás sea una cuestión emocional de quien suscribe este escrito, pero tiene su fundamento paisajístico. Y es que combina como ninguna otra las zonas de pastizal y de arbolado, porque acoge hayas y robles de porte magnífico y, también, porque desde su parte alta es un espléndido mirador de su entorno. Pura delicia.

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla