“La piel cuarteada del Camero Viejo”

Fotocrónicas (CXLV)

La historia del Camero Viejo es tan larga como cambiante, tan pujante como amarga, teñida de profundos recuerdos y también de tenaces olvidos. Todo ello cabe en más de mil años de vida, desde que a inicios del segundo milenio surgieran los primeros asentamientos pastoriles, en aquellas tierras cubiertas entonces de densas masas boscosas de hayas, robles y carrascas. 

Aquello fue el comienzo de un modo de vida, de una economía basada en esencia en la crianza de ovejas y de cabras. En 1273, la creación de la Mesta favoreció de forma crucial la ganadería y el auge durante siglos de una industria textil que dio muchos puestos de trabajo y convirtió Cameros en una de las comarcas más ricas de España. Pero todo esto se vino abajo como un castillo de naipes con la Industrialización en Europa. Los siglos XIX y XX fueron terribles y la despoblación arrasó buena parte de la sierra.

El lado oscuro de aquella economía basada en la lana merina era la tala de miles de hectáreas de arbolado a fin de crear pastos para los rebaños. La consecuencia atroz de esa acción fue un empobrecimiento crítico del suelo, incapaz en muchos casos de generar nuevo bosque.

La imagen está tomada desde las eras de Trevijano, dando vista a Soto, a su orografía dislocada, a sus bancales baldíos en donde un día se sembró para extraer el salario del hambre. Una piel cuarteada en la que, poco a poco, renace la vida.

 

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla