Fotocrónicas (CLXIV)
El perfil de Dolomitas se dibuja con infinitos pináculos que, como gritos de piedra, estallan hacia el cielo. El paisaje mineral cohíbe el ánimo y sus formas verticales se enfrentan a la erosión y a la gravedad con una inconsciencia temeraria que desangra sin piedad las soberbias montañas formando incontables canchales de piedra blanca. Sin embargo, a una cota mucho más baja, la naturaleza se dulcifica con prados, bosques y lagos que contrastan vivamente con las altas cumbres.
Dicen que una de las mejores postales de Europa es este Lago Di Braies, bendecido con unas preciosas aguas de color esmeralda y rodeado de imponentes moles dolomíticas, como ese paredón rocoso de la Croda del Becco (2.810 m.) que aparece como telón de fondo.
El lago se halla en la provincia de Bolzano, a una altitud de 1.500 m., ocupa una superficie de 31 hectáreas, tiene una profundidad de 36 m. y un perímetro de 3,5 km. Este monumento natural protegido se originó por un cataclismo de rocas, que bloquearon el curso del río Braies creando así uno de los espacios alpinos más espléndidos y admirables.