Fotocrónicas (LXXXVIII)
Mientras la Naturaleza sigue su inexorable mutación estacional, ajena a cualquiera de los afanes que ocupan y preocupan a la humanidad, alguna de sus obras claudican ante el abandono del medio rural y el paso del tiempo.
En ocasiones, el andariego se encuentra imágenes como la presente y no puede sino reflexionar ensimismado ante el contraste tan punzante que ofrece esta casa en ruinas. Abierto su tejado a los cielos riojanos, una de sus habitaciones conserva esta ventana llena de candor, que mira con melancolía y sin cristales hacia un paisaje cuajado de belleza primaveral.
Estamos en San Andrés de Cameros, aldea de Lumbreras que se libró de morir anegada por las aguas del embalse de Pajares. Pero el tiempo, más paciente, menos exaltado, va cobrando su tributo en aquellas construcciones que dejaron de servir para algo útil y se han convertido en una habitación con vistas, en un museo al aire libre con entrada libre.