Fotocrónicas (XXXVII)
Dice Ernesto Reiner en su libro «Viaje por el Camero Viejo: Torremuña aparece muchas veces citada en documentos del siglo XII y siguientes. Debió ser importante esta villa, la más misteriosa del Camero Viejo”. Ahora, absorto ante la fascinante presencia de su iglesia fortaleza (edificada en honor a Santa María la Blanca, y que tuvo una riqueza ornamental enorme), no puedo sino refrendar las palabras de Ernesto, escritor y viajero impenitente de estas tierras.
Pese a ello, sigo intrigado con esta enigmática población porque cuesta creer que, en tiempos de Marqués de la Ensenada, este lugar (junto a sus aldeas Aldehuela y Ladraílla), pudiera dar cobijo y alimento a casi 500 bocas. Torremuña, poco a poco, va renaciendo de sus cenizas con nuevas casas y más vecinos.
Recomiendo llegar hasta aquí, incluso alargar la caminata hasta su dehesa (quizás la más hermosa del Camero Viejo), andando desde San Román por el viejo camino, que sube remontando el barranco de la Dehesa. Una experiencia para paladares exigentes.
Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla