Fotocrónicas (LIX)
El otoño está todavía tierno, dulce, fragante de humedades. Las ventoleras otoñales han sido este año perezosas y por eso buena parte de las hojas adornan aún las ramas de rojos, ocres y amarillos. Algunos árboles, más precoces, salpican las laderas del monte con una apariencia de sutiles acuarelas chinas. Las matas de arándanos hace semanas que perdieron su fruto y ponen al paisaje una atrevida pincelada carmín.
De forma inesperada, cambia el tiempo, y una nubada trae las primeras nieves. Poca cosa, apenas pintura de nieve, pero que pone al paisaje un trasfondo blanco que realza de forma increíble toda esta gama tonal.
Para cualquier montañero, llegar allí en el momento justo, recién calmada la tormenta, la nieve quieta en los árboles, mullida como borbotones de algodón, los colores destellando sobre el fondo blanco, es un premio solo al alcance de los dioses. El invierno se anuncia con las primeras nieves en las majadas del Manzanar.
Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla